jueves, 28 de julio de 2011

UN VIEJO LOBO, QUE SE QUEDÓ PARA SIEMPRE EN ANTOFAGASTA

www.antofagastina.cl
EL HINCHA MÁS HINCHA 2011
SIGO SIENDO PUMA

Eduardo Lobos, ex jugador de Antofagasta Portuario




UN VIEJO LOBO, QUE SE QUEDÓ

PARA SIEMPRE EN ANTOFAGASTA


Ricardo Araya Maldonado
Hincha más Hincha del CDA

Cuando cumplió su mejor temporada y fue goleador del equipo, siendo defensa central, apareció el entrenador Manuel Rodríguez, quien cortó su carrera como futbolista profesional.

Eduardo Lobos, el “viejo lobo” como le conocen sus amistades, es un hombre feliz. El ex defensa central de Antofagasta Portuario y Deportes Antofagasta se quedó para siempre a vivir en la “Perla del Norte”. Aquí conoció a su “alma gemela”; tiene un buen pasar económico; imparte sus vastos conocimientos futbolísticos a los chiquilines de una empresa minera y en sus ratos libres, se transforma en un “motokero”, con su espectacular motocicleta, avaluada en varios millones de pesos.

Un "motokero" PUMA

Y como también conoció la extrema pobreza, no olvida sus orígenes en el club Albión de Quilpué, donde llegó siendo un adolescente pero con una pesada carga de experiencia como ayudante de su padre, en el oficio de la construcción.

Un día cualquiera, cuando terminaba la jornada entre sacos de cemento, vigas, pilares y alzaprimas y practicaba una y mil veces su famoso y demoledor lanzamiento de tiro libre, recibió su recompensa: “Me vio el entrenador José María Lourido y fuí contratado por Everton, en el torneo de revelaciones. Llegué muy ilusionado, porque pensé que a través del fútbol solucionaría los problemas económicos de mi familia; pero con el transcurrir de los meses sentí una frustración muy grande, jugué poco y como me debían varios meses de sueldo, tuve que regresar a Quilpué y al trabajo de la construcción pensando que allí me quedaría para siempre”…

De pronto, mientras cargaba una voluminosa carretilla con mezcla de cemento, ripio y arena sintió que alguien lo llamaba. “Era Eduardo `Punto` Silva, entrenador de San Luis de Quillota, quien me invitaba a reintegrarme al fútbol. Yo le dije que no; que ya había conocido las oscuridades del profesionalismo y cómo los dirigentes trataban al jugador igual que una mercancía. Al retirarse me dejó su tarjeta, por si me decidía, ya que los entrenamientos comenzarían en tres días más”.

“Cuando faltaban dos horas, pedí permiso en la pega, armé mi bolso y me subí al tren que viajaba a Quillota. En el primer entrenamiento dejé muy buena impresión y de inmediato fui titular, como defensa central, aunque habitualmente jugaba en la delantera. El sueldo era muy bueno, firmé por un año, pensando que el fútbol me entregaba otra oportunidad para triunfar”.

Debut auspicio en el empate 1-1 frente a Coquimbo Unido, ya que convirtió el gol canario, con un impecable tiro libre.

El 4º de iz. a der. primera fila, entre Bilbao y Vergara

La fama de su potente disparo y la garra y fuerza que ponía en la disputa de cada balón, llegó hasta el norte. “fue el dirigente Hugo Cortés, del puerto local quien me trajo en 1973, junto a Fernando Cavallieri y Alberto Ferrero, formando un excelente equipo.

Eduardo Lobos, no conocía Antofagasta: “cuando desde la ventana del avión, observé una ciudad tan gris, sin vegetación y en medio del desierto, sentí ganas de bajarme y subirme de vuelta, inmediatamente en otro avión al sur, sin sospechar siquiera que aquí encontraría la felicidad y me quedaría a vivir para siempre”...

En un encuentro solidario de ex CDA, los dirige el Gran Mario Páez.

Sin embargo, sus penurias económicas no cesaban de perseguirlo; especialmente en aquellos meses previos al golpe militar; cuando la moneda se desvalorizaba aceleradamente y la inflación superaba el mil por ciento. Entonces decidió marcharse “El dinero no me alcanzaba para sostener a mi familia, aparte que en Antofagasta, siempre todo ha sido más caro. Por eso, no dudé en firmar por Naval, que era un equipo perteneciente a la Marina, lo cual me garantizaba puntualidad en el pago del sueldo”.


Igual, con suma tristeza fue a despedirse de Vicente Napolitani, el presidente de Antofagasta Portuario. “Un dirigente de lujo, cercano a los jugadores y atento a solucionar sus problemas, a quienes recibía sin ningún inconveniente en su tienda de calzados”.

Tres excelentes temporadas en Naval, le permitieron forjarse “un nombre en el fútbol”; tanto que fue apetecido por el club Aviación, otra institución gubernamental, que dirigía los destinos del país en 1977.
Su carisma, liderazo  y carácter lo hacían un gran patrón de área, y temible en los tiros libres.
(En partido contra el Foropuma y a beneficio del ex AP Carlos "Gol" Araya)
Sin embargo “lobito”, aún no se explica qué motivaciones tuvo para abandonar el alero seguro de los aviáticos, para emprender viaje al sur y enrolarse en Deportes Concepción, en una viaje a la aventura “al mes que llegué hubo cambio de entrenador y como no estaba en los planes de Lucho Vera, me relegó a la banca”.

Rápido empacó sus cosas y así apurado también, eligió nuevamente mal el club donde seguiría prestando sus servicios futbolísticos “firmé por Santiago Morning, donde viví todas las penurias que me faltaba por conocer en el fútbol, un club manejado con el puro entusiasmo de unos pocos dirigentes; muy pobre en esa época y sin ningún arraigo, que no tenía razón de existir en el profesionalismo”.

En la cuesta de los 28 años, regresó a Deportes Antofagasta, en 1981. “Muchos pensaron que venía acabado o lesionado. En la banca estaba Juanito Páez, a quién le pedí que me diera la oportunidad, que confiara en mí que yo demostraría que estaba plenamente vigente; aparte que sería un líder positivo, para guiar a los más jóvenes. En un principio no quería, pero lo convencí argumentándole que si no andaba en la cancha, el único perjudicado sería yo”.


La oportunidad la tuvo de inmediato, al enfrentar a la selección chilena, que se preparaba para ir al mundial de España, con tan buen cometido que anuló a Carlos Caszely, la estrella del momento.

Sin duda que 1981, fue la mejor temporada en la carrera del “viejo lobo”, “Junto a Franklin López, no sólo impusimos respeto y fútbol en la zaga, sino que me convertí en el goleador del equipo con 15 anotaciones, siendo defensa central, gracias a la potencia y colocación de mis tiros libres; además, me constituí en el mejor lanzador de penales en la historia del club”.

Los que saben de fútbol, afirman que ni Elías Figueroa, o el argentino Daniel Pasarella, han convertido tantos goles jugando como defensas centrales. Un record que debería aparecer en el libro de Guinness. Los amigos de “lobito”, lo incentivan a registrarlo, pues a todas luces hoy en día resulta imposible igualar esa bonita marca, entre tantos “troncos” sin brillo, desparramados por todo el mundo, que defienden el área.

A la temporada siguiente, cuando se aprontaba a reeditar su excelente actuación, llegó a la banca “el guerrillero”, Manuel Rodríguez Araneda, quien venía “amarrado” con ocho jugadores, entre los cuales estaba Franklin Lobos.

Eduardo Lobos es el 2do. de iz. a der.(Ud. podría participar en dar los nombres de este equipo)

Obviamente, Rodríguez prefirió a sus “ahijados”, por un reprochable asunto ajeno al fútbol, perteneciente a los “códigos de camarín”, o “contrato secreto entre jugador y entrenador”, relegando a la banca a unos de los baluartes en la defensa albiceleste “me pareció increíble su falta de respeto por mi trayectoria profesional y capitán del equipo; primero me hizo jugar de lateral y paulatinamente dejó de llamarme para integrar el primer equipo; después llegaba a los entrenamientos y ni siquiera permitía que me vistiera. Firmaba el libro de asistencia y me iba a la marquesina para observar el entrenamiento de mis compañeros”.

“Yo tenía una bronca muy grande con él y con algunos jugadores que trajo, en un ambiente enrarecido por las sospechas y la desunión”.

Si el “viejo lobo”, demostraba con creces su ardiente temperamento dentro de la cancha, también afuera era un ser explosivo, a menudo iracundo con las injusticias “la situación llegó a tanto, que lo único que deseaba era desahogar mi rabia, agarrándome a combos con Manuel Rodríguez. Un día, lo perseguí por todo el túnel y dentro del camarín. Afortunadamente salió en su defensa el preparador físico “Ika” Luna. No se que hubiese pasado, porque yo estaba enfurecido…pero le prometí que donde lo encontrara arreglaríamos esta cuenta pendiente”…

Un gran antofagastino que defendíó siempre con garra y calidad al cuadro PUMA
Pasó el tiempo…mucho tiempo y un día mientras veía televisión, se encontró con la terrible sorpresa que entre los mineros atrapados en la mina San José, de Copiapó, se encontraba Franklin Lobos…”me puse a llorar como un niño, al recordar que había actuado mal con él, impulsivamente, cegado por mi enojo contra “el guerrillero”, mientras éramos compañeros de equipo en la temporada 82”…

La vida, a menudo tan impredecible, siempre ofrece oportunidades para el arrepentimiento, la disculpa sincera. La ocasión se presentó después de la ceremonia del lanzamiento del libro “Pumas en el Estadio”, donde Franklin Lobos, asistió como invitado estelar. “Esa noche lo invité a mi casa, para pedirle disculpas por mi proceder. Allí, Franklin, me explicó la verdad de lo sucedido y recién comprendí mi fenomenal error, al juzgarlo equivocadamente, durante tanto tiempo…de verdad volví a llorar; él me entendió perfectamente en su calidad humana y después compartimos varias horas alegremente con muchísimos recuerdos.

Claro, en las evocaciones de esa divertida noche, también apareció Manuel Rodríguez “el guerrillero”…”me gustaría volver a encontrarlo…sí de verdad ansío encontrarlo nuevamente…pero no para vengarme ni ajustar cuentas pendientes…sino para agradecerle que haya cortado mi carrera profesional, porque debido a eso, yo decidí quedarme en Antofagasta…aquí conocí el amor de mi vida; trabajo enseñando fútbol, que es lo que me apasiona; no me falta nada y vivo feliz en esta ciudad maravillosa.


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